Hace unos meses se supo que Dana White, presidente de la UFC, estaba preparando su asalto definitivo al mundo del boxeo. ¿Por qué definitivo? Bueno, podemos decirlo así porque lo había intentado en el pasado y abandonó la idea porque veía que no pintaba nada y que muchos promotores, sobre todo estadounidenses, estaban deseando verle caer. De hecho celebraron animadamente que volviese a lo suyo, es decir, las MMA.
Pero ahora es diferente. White anunció que tramaba algo con lo que siempre soñó cuando se habla de boxeo; legislarlo hasta que parezca algo serio. Los nervios empezaron cuando vieron que, junto a White, apareció Turki Alalshikh.
Ahora, según puedo leer, organismos y promotores quieren saber qué se está tramando entre Dana White y Turki Alalshikh. Se dice que podríamos estar ante una Liga de boxeo que rompería el actual statu quo. ¿Boxeo donde prime el talento por encima de la nacionalidad? ¿La fama de una competición y siglas por encima de los nombres de las estrellas? ¿Un título de campeón propio sin tener que pasar por las manos de WBC, WBA, IBF y WBO? Hay nervios, repito.
¿Televisión? Ojo con esto. TKO Group está detrás de todo esto y, por si alguien no lo sabe, son los propietarios de la UFC y de la WWE. ¿Netflix tiene acuerdo para emitir a nivel mundial la WWE? Sí. ¿Podría hacerlo con la UFC? Es el siguiente paso. ¿Una liga de boxeo en un gigante como Netflix pasando del boxeo que conocemos como hoy, parecido a la UFC? No lo afirmo, tampoco lo desmiento. Pero hay muchos nervios, repito.
“Será una realidad y estará en marcha en Otoño”, me dicen. Ojo, que a lo mejor esto cambia. ¿Quién sabe? Falta información, claro, pero lo que estamos viendo es a demasiada gente en busca de información.
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